Hoy,
Alvarado recibirá en el Salón Azul del Senado el premio nacional
L’Oréal-UNESCO “Por la Mujer en la ciencia”, con respaldo del Conicet.
El galardón se otorga desde 2007 para reconocer la excelencia del
trabajo de la mujer en las ciencias, y esta edición se dedicó a las
ciencias de la materia.
Con
el dinero que implica el premio (100.000 pesos), Alvarado intentará
completar su sueño: aplicar el sistema que diseñó en toda la Argentina.
El sistema permite elaborar un mapa del movimiento del suelo, en base a
sismos que ocurrieron en el pasado. La investigadora ya lo probó con
éxito en San Juan, y ahora espera expandirlo a todo el país.
“El
terremoto de Caucete me marcó para siempre. Aún me impulsa a seguir en
mis investigaciones porque creo que los pronósticos serán cruciales. Hoy
los científicos no llegamos a pronosticar el día y el lugar de un
sismo, pero podemos advertir la probabilidad de riesgo en algunas zonas,
para que las autoridades y las empresas puedan tomar decisiones
correctas a la hora de construir o adecuar edificios”, cuenta al ser
entrevistada por Clarín . “La gente no debería alarmarse, pero existe el
riesgo de que suceda en nuestro país un terremoto como el que ocurrió
en Haití el 12 de enero de 2010. Si los humanos saben preverlos, los
sismos no llegan a ser desastres”.
Su
rol de detective de terremotos implica también mucha aventura en zonas
inhóspitas. Las recorre en camioneta con su equipo para instalar
dispositivos que le toman el pulso a la Tierra. Cada 2 o 3 meses vuelve a
visitar los sitios, y así va haciendo diagnósticos como si le
practicara tomografías a los suelos. “Sabemos ahora que sólo el 10% del
planeta tiene las características sísmicas de San Juan”, agrega.
Alvarado
–que vive con su marido y es madre de dos nenas (de 14 y 4 años) y un
bebé de 1 año– reconoce que no es fácil desarrollar una carrera como
científica. “Al principio, veía que las mujeres que se dedicaban a la
geofísica eran una minoría. Pero me inspiró verlas. Había un mito de que
las mujeres no podían trabajar en montañas, pero hoy vamos mujeres y
varones”. Para seguir su vocación, se graduó en geofísica en la
Universidad Nacional de San Juan. Más tarde, le recomendaron
perfeccionarse afuera: “Justo me había casado y salió la oportunidad de
hacer una maestría en Chile. Mi marido no había terminado su carrera en
San Juan. Por lo cual, estuvimos yendo y viniendo en micro por tres
años. Más adelante, nos mudamos a los Estados Unidos para un doctorado, y
volvimos a San Juan a seguir con las investigaciones. Es cierto que
suenan a tragedias. Pero sin terremotos, no hay montañas”.